Cradle to Cradle – Pensamiento circular

rose plastic ha recibido la certificación Cradle to Cradle Certified® Silver por sus embalajes de protección para el transporte, el almacenamiento y la organización. Nuestra empresa y nuestros productos fueron examinados minuciosamente en cinco categorías.

¿Qué podemos hacer aún mejor? ¿Cómo podemos alcanzar los objetivos que nos hemos fijado? Cuando se trata de sostenibilidad, estas cuestiones son prioritarias en nuestra agenda. Una forma de encontrar respuestas a estas preguntas es someter nuestros procesos y productos a una auditoría independiente. Las evaluaciones resultantes sirven de baremo para nuestra empresa. En última instancia, sólo podemos mejorar y desarrollar nuestro negocio y nuestros productos si sabemos exactamente en qué punto nos encontramos. 

Nuestro embalaje de protección para el transporte, el almacenamiento y la organización ha recibido la certificación Cradle to Cradle® Silver. Cradle to Cradle Certified® es una marca registrada del Cradle to Cradle Products Innovation Institute.

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Probado holísticamente
Antes de que un producto pueda recibir la certificación "Cradle to Cradle®", debe someterse a pruebas con respecto a numerosos criterios en cinco categorías:  

  • Impacto de los materiales en la salud
  • Reciclabilidad
  • Energía renovable
  • Uso responsable del agua
  • Justicia social

Todos los criterios tienen la misma importancia. Sin embargo, el impacto en la salud de los materiales y su reciclabilidad son un punto central para el Cradle to Cradle®. ¿Qué materiales contiene el producto? ¿Dónde y en qué forma puede reutilizarse, ya sea en su conjunto o como componentes individuales? 

El concepto "Cradle to Cradle®" contrasta con la idea "Cradle to Grave". Esta última describe el principio de producción lineal, según el cual las materias primas se extraen de la naturaleza y los productos resultantes acaban en la basura después de su uso.

Más que una vida
Cradle to Cradle® se refiere al principio de una economía de ciclo cerrado en la que los productos se desarrollan y utilizan en ciclos. Por lo tanto, la atención no se centra únicamente en el beneficio inicial derivado de un producto. Este principio fue iniciado en la década de 1990 por el químico alemán Dr. Michael Braungart y el arquitecto estadounidense William McDonough, y desarrollado posteriormente por la Agencia de Fomento de la Protección del Medio Ambiente (EPEA) de Hamburgo. 

Adopta una visión holística de la adquisición, la fabricación y la eliminación de los productos, e incluso incluye su posterior restauración o reacondicionamiento. Por tanto, se centra en todo el ciclo de vida. En función del grado de cumplimiento de estos criterios durante la producción, la empresa alcanza uno de los cinco niveles de certificación: Básico, Bronce, Plata, Oro o Platino. La certificación debe renovarse cada dos años. Además de salvaguardar las normas de calidad pertinentes, este sistema también ofrece a las empresas la oportunidad de mejorar su nivel de certificación.

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